{ Dicen que cada molécula de nuestro cuerpo perteneció alguna vez a una estrella. Quizá no me esté yendo. Quizá este volviendo a casa. }

Gattaca.

Aunque esta vez si no respiro es por no ahogarme



5.1.14

Prioridades



Quizá es terriblemente tarde o bien puede ser absurdamente pronto, pero al sol le da igual siempre que pueda atravesar los párpados de sus víctimas con poca dulzura y sin preguntar primero si éstas llevan entre los huesos del cráneo una resaca del quince. La víctima de aquella madrugada tiene los ojos bien cerrados y aún así ve estrellas taladrándole el cerebro empapado en el alcohol de la noche anterior. Se frota las ojeras mientras rueda por el cúmulo de mantas y sábanas tiradas por el suelo que descienden en cascada desde un sofá que, joder, no recuerda que estuviese ahí cuando llegó. Aquel movimiento le roba todas las fuerzas que le quedan para estirar su patético cúmulo de huesos y dejarlos crujir sobre la delgada capa de piel pálida que se le pega a las costillas y se salpica de púrpura y tinta vieja. Y el primer pensamiento que se le pasa por la mente después de maldecir ciento sesenta y cinco veces al día, al mundo, a sí mismo y a todo lo que se le hubiera ocurrido meterse en el cuerpo, es que le apetece un maldito cruasán con chocolate.

(Esto en realidad tiene un principio y una continuación que se llevó el frío y la ausencia de polvorones en esta casa. Lo prometo.)

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