{ Dicen que cada molécula de nuestro cuerpo perteneció alguna vez a una estrella. Quizá no me esté yendo. Quizá este volviendo a casa. }

Gattaca.

Aunque esta vez si no respiro es por no ahogarme



7.8.13

Rayuela



La niña de los zapatos rojos camina dando saltos sobre los adoquines como si con el ligero tacón de goma al que su madre mira con reparo pudiese romper el mundo bajo sus pies. La niña de los zapatos rojos ha salido al parque con un vestido blanco y una sonrisa que se refleja en sus ojos brillantes mientras devora el camino con sus andares de bailarina. La niña de los zapatos rojos no llega al parque porque se encuentra con un lobo feroz que le interrumpe el paso y la saluda con amabilidad. La niña de los zapatos rojos sabe que no es más que una oveja y le dirige su mejor cara de ángel. Entonces la niña de los zapatos rojos coge al hombre por la chaqueta y lo tira al suelo. Salta, corre, patalea. Antes de volver a casa a por la merienda que le tiene preparada su madre, la niña de los zapatos rojos limpia la sangre de sus zapatos rojos.

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