Luce una sonrisa
poco común, presente todos los días, al menos una sola vez. Dice lo que le conviene, lo que ha de decir, nada más, por no herir. Ella piensa demasiado, tanto que por sus ojos desbordan palabras
reprimidas, turbulentas cual río vengativo. Se sonroja facilmente. Calla. Es
tímida. Pero eso no evita que se rebele, es una fiera en ciernes, pero controla sus mordiscos con retalías de frases entrecortadas. No le importa lo que piensen los demás, pero a la vez sí, es un
bucle de icomprensión que hace que ni ella misma se conozca en varias ocasiones.
Pero no tiene importancia.
Es una
m á s c a r a, alguien completamente diferente a como suele pensar la gente, común o no, por eso, cuando se dan cuenta que sus iris oscuros no están vacíos, se rompe en mil y una esquirlas de
ébano y
metal, ennegrecidos por el hollín y tiznados de tristeza y abandono.
Porque ella no existe en realidad, son tan solo cables los que sujetan su corazón a un endeble cuerpo de madera vieja.
Pero no tiene importancia.
¿Por qué iba a tenerla, si a nadie ya le interesa?
¡Que buena entrada!
ResponderEliminar(menecantacomoescribes)
Un crêpe
con Nutella.
tiene que interesarse a sí misma, quererse, sin esperar primero la reacción de los demás, porque a nosotros mismos nos tenemos siempre...
ResponderEliminarun besito!
Eh¡ Siempre hay alguien.
ResponderEliminarIncreíble descripción. Personas rotas hay everywhere.
P.
(y su ejército
de saltamontes)
Que gran verdad. Y que lamentable reconocer a más de uno/a en ésta.
ResponderEliminarEs la primera vez que paso por tu blog y me ha encantado.
ENHORABUENA! :)