Ella se apoya sobre su pecho.
—¡Oh! Late muy fuertemente. —dice.
Él pestañea, alicaído.
—Habrá que buscar un remedio. ¡Tienes que curarte! —susurra preocupada la niña.
Ella se le acerca y deposita un suave beso sobre la mejilla del niño. Luego escucha.
—¡No! ¡Ahora va más deprisa! Creo que te enfermé...
A veces el remedio es peor que la enfermedad, hahaha. Pero en algunos casos, es para bien :)
*O*
ResponderEliminarMe encantaaa! ^^
¡Pobre chiquillo! Como no le va a latir rápido el corazón, con una niña tan encantadora... ^^
ResponderEliminar¡Besos!