{ Dicen que cada molécula de nuestro cuerpo perteneció alguna vez a una estrella. Quizá no me esté yendo. Quizá este volviendo a casa. }

Gattaca.

Aunque esta vez si no respiro es por no ahogarme



22.3.11

Nos rompíamos el corazón con barras de metal

No se dieron cuenta de lo que estaban viviendo en realidad hasta que él llegó.


Lotti se miró las manos con desinterés. Su mirada poco a poco se iba empolvando con la oscuridad de la noche, pero luchó por no cerrar los ojos y seguir despierta. Si agudizaba el oído, podía escuchar la respiración desacompasada de Dorian, incluso el latir del corazón de Enzo. Bum, bum, bum.
Su mente se dejó llevar por aquel perfecto metrónomo, adormeciéndola. Sacudió la cabeza a tiempo, y pestañeó seguidas veces. Era en aquellas noches cuando comprendía los comentarios de sus compañeros de celda y se sentía terriblemente grande para aquella habitación claustrofóbica. Se sentía como la niña de aquel cuento que le contaron, que se quedó atascada en la casa de un tal Conejo.
Bum, bum, bum.
Ahora eran sus latidos los que le perforaban los oídos. Intentó levantarse, pasear un poco, intentar relajar su mente, así que utilizó las pocas fuerzas que le quedaban para arrastrarse fuera del catre y dar unos pocos pasos. Se pasó las manos por el cabello cobrizo, se frotó de nuevo los ojos, respiró profundamente, apoyada contra una pared. Tenía miedo de dormirse y no volver a despertar. Se sentía inquieta, cual animal que presiente una catástrofe natural y lo cierto es que no estaba muy mal encaminada.
Bum, bum, bum.
Maldijo el silencio del cemento que la rodeaba y maldijo doblemente a su sano corazón, que palpitaba alegre y ajeno a todo lo que pasaba por la cabeza de Lotti.
Bum, bum, bum.
La joven se dejó caer sobre el suelo metálico y contempló por unos segundos a los otros dos muchachos que vagaban entre el sueño y la realidad. Notaba la sangre en sus sienes, martilleando su lóbulo frontal con una sobrecogedora melodía que la invitaba a abandonarse al cansancio que sentía.
Bum, bum, bum.
Cerró los ojos, vencida por el sueño.
Bum, bum, crush.
Entonces el suelo comenzó a temblar bajo sus pies.

2 comentarios:

¿Te dejas caer?
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